"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

viernes, 31 de agosto de 2007

Parar los pies

Hace unos días, en el blog Pensar por libre se hacía un estudio sobre los motivos del auge de la blasfemia.

Recuerdo que hace unos meses, hablando con alguien sobre este tema, mi interlocutor comentaba que los católicos somos demasiado blandos.

- Ahí tienes a los "musus" -me decía-: nadie se atreve a decir nada de Alá porque mira lo que pasa. No digo que haya que cargarse al personal por blasfemar, pero sí hacerse respetar, pararles los pies cada vez que escupan ("Perdona, ¿te importa defecar sobre tu padre, antes de que empiece a hacerlo yo?", por ejemplo), y si se ponen tontos se les parte la boca y punto.
- Bueno, mozo, eso lo puedes hacer tú, pero yo con un tipo de dos metros por encima de mí...
- Pues te aprovechas de tu condición femenina, que es algo muy efectivo actualmente.
- ¿??
- Sí. Mucha igualdad y mucha historia, pero te aseguro que, al menos en España, hoy en día sigue habiendo muy pocos tipos capaces de levantar la mano a una mujer en plena calle. Saben que se les cae el pelo por machistas. Tú puedes decir a un hombre lo que te dé la gana y lo más fuerte que puedes recibir son insultos, de los cuales te puedes defender o dejarle que él mismo quede delante de todos como un descortés indeseable a la altura del betún. Esto entre hombres no sucede, nos podemos zurrar la badana sin problemas. Créeme, si un tipo ha dicho algo que te ha molestado, contéstale sin contemplaciones. Que sepa que se ha "colao" y para otra, que se lo piense dos veces.
- O sea, que hay que hacerse respetar.
- Eso. Y si no, como digo, mira los "musus"...
- No. A ésos no se les respeta; se les tiene miedo.
- Eso sí. Mira, a veces no hay ni que levantar la voz. Yo tenía un compañero de trabajo (que en paz descanse, por cierto) que era lo más descreído en millas a la redonda, y también bastante bestia hablando. Pero era muy buen compañero, y como me conocía bien, jamás dijo nada delante de mí que pudiera ofenderme. Seguro que Dios se lo ha tenido en cuenta. Un viernes de cuaresma, algunos compañeros quedaron a comer para despedirse del segundo tramo de curso antes de vacaciones. "Vente", me dijo, "vamos a comer esto y lo otro...", en fin todo carne, como puedes comprender. "No, bueno, es que hoy es viernes y..." Se sonrió y contestó: "Vaya, pues sí que es una faena" (Aquí en lugar de "faena" va otro término); Y añadió: "Bueno, nada, oye, cada cual..." En resumen, que no son tan lobos como se hacen parecer. Alguno habrá, pero en general...

Seguimos hablando y ya no me acuerdo cómo acabó aquella conversación. Supongo que "a Dios rogando y con el mazo dando" (sin excederse).