"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

martes, 28 de abril de 2009

Cada uno hace lo que sabe hacer

Día 28 de diciembre de 2008:



Agresión por parte de un grupo de agentes a los pacíficos manifestantes pro vida frente a la pseudoclínica Dator de Madrid.

Día 12 de Marzo de 2009:




Cristina Fraga, participante en el debate de Popular TV sobre la nueva ley del aborto, decide dejar de escuchar los argumentos a favor de la vida y deja plantados a sus contertulios.


Día 25 de abril de 2009:



Jaime, voluntario de Derecho a Vivir, es agredido por un grupo de "librepensadores" abortistas cuando recogía firmas en el Ferrol contra la nueva ley del aborto.

"Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 15-19)

miércoles, 22 de abril de 2009

¡Vikinga!


Ayer tuve una ciberconversación, si se puede llamar así, con dos (según ellos) ateos. No sé si conviene mucho hacer estas cosas, porque es un tema tan profundo y personal, que más vale hablarlo cara a cara, pero, para ser sincera, me hincharon las narices. Sus razonamientos eran tan obsoletos, absurdos y superados que decidí contestar. Y luego al comprobar su temperamento grosero decidí despedirme y abandonar la conversación. Su principal argumento era tan pobre y zafio como que a Dios no se le ve. Yo a ellos tampoco les veía en ese momento y no por ello me cabía la menor duda de estarme comunicando con seres reales.
Yo tengo una teoría: la mayor parte de los que se llaman ateos, en realidad saben que Dios existe, pero sus leyes les resultan tan incómodas que terminan por recurrir al absurdo del autoengaño. Sin Dios no hay leyes. Sin leyes, viva la juerga. Lo malo es cuando viene Paco con las rebajas, como en el caso de Carlota. Sin Dios, su situación habría sido como para decir adiós con viento fresco a todo el mundo, ahí os quedáis todos, que yo le doy al off y que nadie me lleve la contraria. ¿Resignada? Echad un ojo al vídeo. La tía es feliz por los cuatro costados.
¿Que a Dios no se le ve? Me da igual. En vidas como la de Carlota, D. Luis de Moya y tantos otros, a Dios se le palpa.
Como dice la madrastra de Juno en la peli del mismo nombre, "¡es toda una vikinga!"

miércoles, 15 de abril de 2009

La voz de la experiencia

Había visto escrito muchas veces el famoso decálogo para formar un delincuente, del juez de menores Emilio Calatayud, pero nunca le había oído a él pronunciarlo. Es más completo. Dice algunas máximas que yo no había leído nunca. Me ha llamado la atención la de "No le dé ninguna formación espiritual, deje que decida de mayor".
¡Valiente!

martes, 14 de abril de 2009

Mala cara en el trabajo


Varias personas esperábamos pacientemente para poder subir por uno de los insufribles ascensores del hospital. Cuando por fin uno abrió las puertas, un celador que transportaba a un paciente en silla, salió del ascensor de espaldas para dejar salir a otros usuarios que se encontraban más atascados. Al intentar echar una ojeada dentro para ver si había hueco y poder entrar, el individuo en cuestión me cerró herméticamente el paso.

- Espere.

Salieron dos personas. Como no había conseguido ver el interior, intenté asomarme de nuevo, pero sin mover siquiera los pies de su sitio. De nuevo el brazo por delante.

- ¡Espere!

El tono era bastante áspero y desagradable. Como me tocó las narices (todo hay que decirlo), respondí irónicamente.

- Bueeeno.

- ¡Ni bueno ni malo!

- ¡Vaya carácter que tienes, macho! Ojalá no me toque nunca contigo.

Sin responder, avanzó de nuevo y desapareció tras las puertas del ascensor, que no quise compartir ya con él. Por si acaso, que todo se pega, hasta la amargura y el mal humor. Y eran las diez de la mañana. No quiero ni pensarlo si me hubiera cruzado con él al final de la jornada.

Me acordé de una teoría que tenía mi padre: las enfermeras, cuanto más feas son, peor leche tienen. Éste era celador, pero no era muy agraciado, el pobre. Tendré que investigar esa teoría con detenimiento.

Tampoco pude evitar recordar aquello que cuentan del poeta norteamericano James Whitcomb Riley. Dicen que cierto día, viajando en tren, escuchó asperas reconvenciones del revisor por haber infringido leve e inocentemente alguna regla de la compañía.

- ¿No va usted a contestarle como se merece?- le preguntó un amigo de genio vivo. -Cuando menos, dará usted parte a la compañía, ¿verdad?

- No- contestó Riley- por mi parte, considero terminado el incidente. Si ese individuo desagradable puede aguantarse a sí mismo toda la vida, bien puedo tolerarlo yo por unos minutos.

viernes, 3 de abril de 2009

Cuidado cuando son varios


- Aquilino, ¿qué le ha pasado?

Mi abuelo se llamaba así. Qué le vamos a hacer, era la época. Trabajaba como portero (o conserje, no sé) en una residencia de estudiantes. Un día apareció con un pequeño "desperfecto" cerca del ojo, bastante molesto, una especie de orzuelo o algo así. El caso es que allí había bastantes estudiantes de medicina que, al ver al conserje con esa molestia, le iban dando sus personales opiniones y consejos acerca del asunto según entraban o salían de la residencia.

- Eso como se quita es con.... (consejo). Pruébelo.

Al poco entra otro:

- Para eso es muy bueno..... (otro consejo)
- Pues me han dicho que....
- Nada, pamplinas, hágame caso.

Ahora uno que sale:

- Aquilino, le traigo esto para su ojo. (Remedio diferente de todos los anteriores)
- Pero si me han dicho que....
- Nada, nada, confíe en mí.

Pasaron varios días y ni con un consejo, ni con otro, ni con ninguno. Por entonces era frecuente recurrir a determinanadas plantas como remedios caseros para este tipo de problemas. Nada aconsejable, por cierto, pero como ya digo, era la época. Y así quedó curado el ojo.

- Hombre, Aquilino, veo que se ha curado. Con lo que yo le dije, ¿no?
- Sí, sí, perfecto, me fue muy bien, gracias.

Ahora uno que sale:

- ¡Buenos días, qué bien tiene el ojo ya! Se puso lo que le di, ¿verdad?
- ¡Oh, sí, muy bueno! Muchas gracias.

Cuando entró otro más:

- Se le ha puesto bien su ojo. Hizo lo que le dije, ¿a que sí?
- Sí, claro. Gracias, gracias.

¿Para qué decepcionarles? Con el interés que pusieron...
Eso sí, cuando fue mayor no iba al médico ni a rastras.