"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

miércoles, 5 de enero de 2011

Noche de Reyes


Nunca oí nada ni vi nada. Me pregunto cómo lo harían. Aún ahora, a la vuelta de treinta años, me sigo sorprendiendo. Era la noche de más misterio con final siempre feliz y con una única condición de lo más inflexible: había que permanecer en la cama quietos y a ser posible, dormidos. Pero, ¿quién dormía con tanta emoción en el alma? La presencia de los Reyes Magos se notaba de algún modo en al ambiente. Me asomaba a la ventana poco antes de acostarme y el silencio y la quietud de la calle sobrecogía. Estaban por ahí, no había duda.

Hubo una noche, la recuerdo todavía, en la que puedo asegurar que no pegué ojo por mucho que lo intenté. Yo quería, pero no había forma. No puedo entender cómo en una casa de sesenta metros cuadrados, en la que cualquier sonido era cazado por el más sordo de los oídos, cómo es posible, digo, que no oyera ABSOLUTAMENTE NADA. Tanto fue así, que al levantarme por la mañana tenía la duda de si los Reyes habrían podido entrar. ¿Quizá a última hora habían decidido no venir? ¿Se habrían olvidado de nosotros? ¡Ay...! No comprendo cómo lo hicieron, pero allí estaban los regalos. ¡Qué maravilla! ¡Qué profesionalidad la de estos hombres!

Desde entonces, no me cabe duda de que los Reyes Magos existen. Cuando oigo amargados que hablan despectivamente del "cuento" de los Reyes Magos, pienso: "No tenéis ni idea, destripadores de ilusiones. No me extraña que a vuestras casas no hayan vuelto".