"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

martes, 26 de junio de 2012

Me he quedado de piedra

Sé por teoría que estas cosas suceden. Internet es un pirateo continuo. Pero comprobarlas con los propios ojos no deja de sorprender.
Resulta que voy a abrir la página de yahoo para acceder a mi correo electrónico. Pongo en la barra de direcciones la URL: yahoo.es. Le doy a intro y, ¿qué me sale? En lugar de la web de yahoo me sale una búsqueda de Google de la palabra que tenía como contraseña hace unos dos años. Una palabra que yo no había tecleado para nada, porque ya no la uso como contraseña.
Cosas veredes, amigo Sancho...

domingo, 24 de junio de 2012

Uno menos... o uno más.

Hoy por la mañana fallecía D. José Antonio Íñiguez, sacerdote numerario del Opus Dei, vinculado a Valladolid desde al menos veinte años. Seguro que más.
Todos los que le hemos oído predicar recordamos, medio en serio y medio en broma, una idea que traía de vez en cuando a cuento de cualquier cosa en su predicación: el Juicio Final, que, según él, se presentaba "interesantísimo". Se regocijaba recordando que ahí se iba a saber tooodo, todo, todo. Los más grandes misterios de la humanidad iban a quedar al descubierto. Pero también todo aquello que con tanto cuidado nos hemos molestado en tapar, en nuestra vida cotidiana, quizá por demasiado humillante...

Decía que a él lo que le imponía respeto era el Juicio Particular, porque ahí era donde íbamos a conocer nuestra nota. El Juicio Final tan sólo la hace pública.

Un día nos contó lo siguiente:
- Yo le he pedido a Dios una cosa, que supongo que me la concederá, porque no creo que se la haya pedido mucha gente: que antes de empezar el Juicio Final, me permita ir saludando a todos aquellos a los que les he hablado del asunto, para ver si se lo habían creído o no. Así que ya sabéis: cuando estemos allí ya todos preparados, y veáis que no empezamos, que sepáis que es por mí, que tengo que terminar de veros a todos.

Sin embargo, que nadie piense que le gustaba meter miedo. Nada más lejos de la realidad. No quiero dejar de mencionar otra de sus particularidades, para mí de las más sobresalientes: esa palabra oportuna y certera, esa capacidad para hacer ver las cosas en su justa medida y nada más. Nunca pasa nada, nada que Dios no tenga controlado.

En fin, como decimos por aquí, que nos espere allí muchos años.

jueves, 21 de junio de 2012

El espejo

Me parto con el espejo que hay a la entrada de uno de los pasillos del hotel. La gente sale ya arregladita de su habitación, como corresponde; pero volverse a colocar el flequillo o darse el último toque frente al espejo del pasillo es inevitable. Porque claro, los colegas tardan en salir y hay que hacer algo. "Y mira que hemos quedado a y diez", y todo eso. Se sientan. Se miran los zapatos. Se levantan y vuelven a retocarse. Ellas se estiran el minijersey y ellos se manosean las puntas de la sesera. Es una buena idea ese espejo ahí, al abrigo de todo. Tranquiliza los nervios de las esperas.
Total, nadie les ve. Tan sólo la cámara de zonas comunes, conectada con recepción y de la que, aunque no está escondida, nadie se acuerda nunca. Pero nadie. Tampoco el "guaperas" que practicaba sus estiramientos y posturitas al amparo de la soledad. Hasta que descubrió al espía. Desde lo alto de la pared, en un rincón, la cámara había sido testigo. De forma inmediata recobró su compostura. La incógnita ahora era saber si alguien habría estado observando hasta ahora al otro lado de los cables. Se dispuso a comprobarlo y se acercó disimuladamente a recepción, para observar al personal, que también había recobrado la compostura.
Como podéis imaginar, no habíamos visto nada.
Ay, qué monde.

miércoles, 20 de junio de 2012

No sé por qué...

...Pero siento un gustirrinín especial cuando los clientes me llaman por mi nombre. Al principio me resultaba extraño que me lo preguntaran, pensaba que era para poder pedir cuentas a la gerencia si algo salía mal ("ha sido Altea", y tal). Me daba repelús decirles cómo me llamaba. ¿A qué venía esa familiaridad?
Ayer, unos clientes extranjeros terminaban su estancia. Se despidieron respetuosamente, dieron las gracias por todo y al oír mi nombre en sus labios, mi sonrisa pasó de ser meramente matutina y "profesional" a ser espontánea.
Qué cosas.

domingo, 17 de junio de 2012

"Somos de primera"

Lo ha conseguido: ha subido a primera. En el "play off" y por la mínima.
- ¿Quién?
- He dicho en el play off y por la mínima. ¿Tú qué crees?
- A ver si ahora te vas a quejar, encima. Recuerda lo del año pasado.


- Noooo, qué va. Estoy que se me cae la baba. Hemos jugado la mar de bien toda la temporada, ocupando los primeros puestos de la clasificación. Pero el Real Valladolid no podía perder su esencia. ¿Una victoria cómoda? No. Los jugadores sudan de lo lindo para obtener victorias y el aficionado tiene que saber lo que es eso. Por eso, el hincha del Pucela siempre estará en tensión hasta el último momento.

martes, 5 de junio de 2012

¿POR QUÉ?

Ayer me entró el "síndrome Mourihno". 



Primer capítulo: El picoleto
Detenida en un semáforo, con vehículos detrás y delante de mí, veía cómo un guardia civil de tráfico hablaba en buen rollete desde fuera con alguien que estaba dentro de una furgoneta. Situémonos. Calle de doble sentido. Mis compañeros de semáforo y yo en nuestro carril derecho. A la izquierda, el otro carril por el que no circulaba nadie y más a la izquierda todavía los vehículos estacionados, entre ellos la mencionada furgoneta con sus ocupantes y el guardia civil (en entorno urbano) dándole a la húmeda con ellos. Nuestro semáforo pasa al verde y antes de empezar a arrancar, el picoleto ordena al de detrás de mí que no se mueva, indica a la furgo que puede salir y ésta empieza a hacer la maniobra para salir de su sitio, atravesar la calzada, colocarse detrás de mí y emprender la marcha.
Ya sé que no es nada del otro jueves pero esos favorcillos y privilegios, ¿POR QUÉ? Te digo, y ya lo he dicho en alguna otra ocasión, que voy a tener que hacerme con una de esas "gergonetas".



Segundo capítulo: La ambulancia
Cada semana, una de las calles principales de mi barrio se ve tomada por el mercadillo. Puestos, público, gente que pasa por ahí para ir a otro sitio, etc. Un enjambre. Cierto día, una ambulancia que había acudido a una llamada de emergencia en un domicilio de la calle en cuestión, se las ve y desea para circular en dirección al hospital. A pesar de la bocina, puestos, "gergonetas" y demás no mueven un músculo para retirarse. El hombre fallece en la ambulancia. El asunto llega a las autoridades y a partir de entonces, obligan (dicen) a dejar un espacio mínimo para la circulación rodada en caso de emergencia. La cosa dura como dos meses. Un transeúnte hace ver a un municipal que la calle empieza a estar igual de desordenada que antes. En cualquier momento puede haber otra desgracia. El municipal se encoge de hombros y le vuelve la espalda. 


Tercer capítulo: Tú por aquí y yo por allí
Una mujer camina con sus pequeñajos en dirección a su casa por una calle solitaria, excepto por un grupo de borrachos malencarados que, sentados en la acera contraria, comienzan a incomodarla. Ella, al ver a un par de policías en moto que casualmente se acercaban, se sintió aliviada. Cuando éstos ya llegaban al cruce previo a la escena, uno giró a la izquierda y otro a la derecha, haciendo mutis. Es decir, ahí te las compongas.

Conclusión:
Ya sé que es frustrante detener a un pavo y al día siguiente o esa misma tarde verle otra vez en la calle. Pero es tu trabajo, tío, y tienes que hacerlo. Para eso te pagamos, si no quieres que empecemos a pensar que un policía o un picoleto no hace más que pasearse por ahí con el uniforme, metiéndose sólo con aquellos que saben que no les van a dar problemas.

Aclaración:
Todavía no cuento con ninguna multa en mi historial.