Matizaban Dulcinea y Al Neri respecto a la entrada anterior que la educación es cosa de los padres. Es verdad. Si pensamos sin ir más lejos en una servidora, atendiendo al tipo de colegio al que asistió toda la vida, podría decirse que es un producto del estado y sin embargo ha salido una de esas "intolerantes católicas". Según esto, llegamos fácilmente a la conclusión de que, ciertamente, aquí lo que permanece es lo que se oye en casa, por lo general. Ya sé que lo que voy a decir puede sonar muy duro, pero creo que en términos generales, no tengo nada que agradecer a los que fueron mis profesores (*). Su máxima preocupación era que no les molestásemos demasiado. El 90% de ellos eran socialistas, comunistas y más paganos que las vacas, y además ejercían. Pero mis padres no permanecían indiferentes ante lo que pudiera oír en el cole. Por eso, el adoctrinamiento borreguil que ya por entonces sufrían mis compañeros no hizo en mí ninguna mella. Eso sí, creo que debo destacar, por justicia con todos aquellos profesores que de verdad se preocupan por sus alumnos (creo que algunos sí que hay por ahí), que me encuentro con jóvenes de los que se podría adivinar con bastante certeza a qué tipo de colegio han ido de pequeños, dada su natural cortesía y saber estar, sin tontería. Sé de colegios en los que, tras una pelea entre compañeros, no sale de clase ninguno de los implicados hasta que la cosa no queda aclarada y los amigos reconciliados. Y eso lleva su trabajo: uno ha de reconocer que tuvo la culpa, el otro que se pasó tres pueblos, luego viene pedirse disculpas, etc, etc. Pero como después no haya una continuidad en casa con la familia, es como predicar en el desierto. Y lo cierto es que hay muchos padres que no saben ejercer esa profesión.
Este vídeo no tiene mucho que ver con el asunto, pero me ha hecho gracia la pericia del padre:
(*) Para todos aquellos que estén haciendo su propio juicio sobre mí a este respecto, tengo que aclarar que acabé el colegio con una media de sobresaliente.