"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

domingo, 13 de julio de 2025

Envidia


Dicen que España es país de envidia. Pues hombre, no sé. Como no he viajado mucho no puedo comparar. Estoy segura de que muchos que se permiten opinar tampoco pueden hacer la comparación, pero ellos lo sueltan y ya está.

Mi madre me contó que cuando en Valladolid comenzó a funcionar RENFE a final de los años 40, los empleados eran objetivo de coplillas por parte del resto de la ciudadanía currante. Sus condiciones de trabajo —sueldo, horario— eran las deseadas para cualquier padre de familia. Pocos años después llegó una multinacional que levantó la ciudad en varios ámbitos, sobre todo el laboral: RENAULT. Entrar a formar parte de la plantilla no era difícil. Con superar un examen de conocimientos básicos y otro médico, Renault consiguió que se incorporasen casi 500 trabajadores diarios mientras el proceso estuvo abierto. El que no entraba era porque no quería o estaba enfermo. Años después, y en vista de las buenas condiciones de las que gozaban los empleados —sueldo puntual, trabajo estable, vacaciones, regalos de Reyes Magos para los hijos de los trabajadores, antigüedad, facilidad para adquirir un vehículo, festivos asegurados, preferencia de los hijos en el empleo, etc. —, comenzó a difundirse el dicho «el que vale, vale, y el que no, a FASA»: una frase que a todas luces mostraba el resquemor de todos aquellos que habían dejado pasar la oportunidad y después se arrepintieron. Con el tiempo y otras cosas más, el trabajo fijo en Renault desapareció dando paso a contratos precarios de pocos meses, los hijos de los empleados dejaron de ser objetivo preferente de contratación y algún otro detalle cayó en el olvido con la llegada de lo que llaman progreso.

Pero la envidia no descansa. Lo que antes fue RENFE y FASA, ahora es la Función Pública. No pasa un día sin que alguien haga un comentario del tipo «claro, como eres funcionario te lo puedes permitir», o algo parecido. Comentarios que yo misma hacía cuando trabajaba en la privada y desconocía por completo el mundo funcionarial, por cierto. Ahora, tras haber pasado varios años de interinidad, de estudio y currelo simultáneo, y habiendo superado un proceso, me encuentro a la espera de un destino.

—¿Y tú cuándo empiezas a trabajar? Me refiero a eso de levantarte a las ocho, siete y media o cuando sea que te levantabas cuando estabas trabajando.

No sé si la pregunta llevó mala idea, pero sí desconocimiento profundo. Porque las ocho es la hora a la que se levanta un interino como muy tarde en sus días libres para estudiar y sacar la plaza, si es que la quiere fija. Los días de trabajo yo me levantaba a las seis y cuarto.

«Pero tenéis muchas ventajas, os dan la baja cuando queréis, podéis faltar al trabajo con cualquier excusa, tenéis un sueldo impresionante…»

Bueno, pues la oposición está ahí, echa la solicitud. ¿Te has jubilado ya o estás a punto, y te arrepientes de no haberlo hecho? Yo no tengo la culpa. Sólo me da lástima que no puedas comprobar que el sueldo es el que corresponde, el absentismo está sancionado, las bajas las da el médico y no la administración, que cuando ya dura un tiempo la baja, se recibe una llamada para acudir a un centro de control y ver qué pasa realmente, etc.

«A las ocho»...