En atención al Pianista, que se siente incómodo a la izquierda, por esta vez cambiaremos el título de la "serie". Descubrí su blog gracias a él mismo. Un día se pasó por aquí, saludó y dejó su tarjeta de visita. Como es natural entre la gente educada, fui a devolver la visita y también (¿por qué no decirlo?) a curiosear a su territorio, a ver quién era, de qué iba exactamente, etc. Llegué y allí lo que había era una animadísima tertulia. Entré de puntillas, porque el propietario estaba contando una de sus historias y no quería distraer a los demás, tan absortos como estaban de sus palabras. Y tal cual se la habría contado a los amigos en un momento de camaradería en compañía de unas cuantas cañas, y todos alrededor escuchando sin perder letra, así la plantó en el blog. Al finalizar su relato, como era nueva, preferí escuchar primero los comentarios de los demás. Creo que al final me animé a decir algo. En general puede decirse que allí suele reinar un ambiente distendido, como el de la primera vez que entré, de animada conversación. Sin embargo, también he presenciado momentos de gran sensibilidad artística y poética, que me dejan obnubilada, aunque él insista que siempre es así.
Precisamente, allí conocí a María. Ahora dice que está en baja forma, que no se le ocurre nada. ¡Mirad su baja forma! La quiero yo para mis días más inspirados. Yo creo que sigue con la cabeza en Burundi. Ella piensa que ha aterrizado, pero no. Todavía tiene que pasar un tiempo, estas cosas son así. Sus (¿cuántos eran? ¿diez...?) hermanos le ayudarán a ponerse a tono poco a poco, y le darán materia prima para escribir.
Solo tiene un pequeño defecto: es culé. En fin, nadie es perfecto...