Mi barrio está bastante bien surtido de servicios, es justo decirlo. Ahora están poniendo unas cafeterías monísimas. Ya no hace falta caminar hasta el centro para encontrar un lugar digno donde tomarse unos "cafeses" con las colegas.
Allí estábamos enredadas otra y yo en una conversación no muy larga, pero intensa. Tal vez algún día la cuente aquí.
Al despedirnos me dijo:
- Casi prefiero la próxima vez quedar por la mañana.
- Ah, pensaba que te haría trastorno. Ya sabes, la compra y tal...
- Ay, no hija. Yo de maruja nada.
"De maruja nada". La próxima vez le preguntaré cómo lo hace. Porque no creo que nadie le haga las tareas del hogar. Más bien me sonó a querer quitarse algo "humillante" de encima. Del tipo "yo no hago esas cosas". No entiendo ese desprecio generalizado que hay por el imprescindible trabajo doméstico.
Aquí va un simpático vídeo que he robado a la capellanía Aldeafuente. Medio en broma y medio en serio, da una idea bastante clara de la profesionalidad de dicho trabajo.