"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

lunes, 21 de noviembre de 2011

Corriendo




De la mañana del domingo ni voy a hablar. Obligaciones familiares y de caridad con el prójimo más próximo hicieron que a las 5,30 de la tarde saliera yo disparada de un colegio electoral, al que había acompañado a votar a una persona limitada que no podía acudir por sí misma. Antes de las 7 de la tarde (hora de entrar al trabajo) quería hacer dos cosas: ir a votar yo e ir a misa. Y luego llegar puntual al trabajo. Imposible hacerlo a pie. Pero para ir en coche, necesitaba encontrar hueco para aparcar nada menos que ¡tres veces! En Valladolid. Para quien no viva aquí no sabe lo que es eso.

Bueno, el caso es que todo esto me rondaba por la cabeza a velocidades supersónicas. No llego a misa, no llego puntual al trabajo, no llego, no llego, no llego...

A todo esto me encuentro ya delante de la urna. Tan sólo una señora delante de mí. Las dos de la mesa, sin prisa. No encuentran el nombre de la mujer. La envían a la urna de al lado y llego yo con mi velocidad metida en la sangre. Les entrego en DNI y saco los votos preparados de casa.

- A ver, apellidos.... Fulánez Mengánez.... No lo veo, pero me suenan los apellidos. A veeer......

- A mí el primero me suena, pero el segundo no.

- Sí, mira, ¿ves? Aquí está. ¡Huy, si sois varios! ¿Qué son, tus hermanos? (me dirige una sonrisa amable)

- Sí, claro (intento sonreír también, pero no me sale muy bien. Que me apunte, que me deje votar y me largo yaaa!!!!)

- Pues mira, ya estáis todos. Sólo faltabas tú, ¿eh?

- Je, je, sí...... (Me tocaron las habladoras)

Cuando me despedí emití un efusivo "¡gracias!" y me largué pitando. Después, algo se me pasó por la cabeza: a muy poca gente le gusta estar ahí. Una sonrisa como la de esas mujeres, casi a las 6 de la tarde y con muchas horas de aburrimiento ya soportadas, habría merecido una correspondencia mejor.

Por cierto, logré encajar el coche las tres veces en un lugar conveniente y sin tomarme mucho tiempo. Estoy pensando en escribir una carta al Arzobispado para notificar el milagro.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Que no pasa "ná", hombre

Llaman a recepción desde una de las habitaciones:
- Que no nos funciona la tele.
- Bueno, es que tarda unos segundos desde que se pulsa el mando hasta que sale la imagen. ¿No habréis pulsado antes de tiempo dos veces y se ha bloqueado?
- No. No se enciende ni el testigo.
- Hay un interruptor manual detrás. A lo mejor está apagado.
- No, ya hemos probado y nada.
Me da palo que pasen estas cosas cuando no hay NADIE más para hacerse cargo del asunto, de forma que tengo que subir personalmente y dejar el teléfono y demás desatendido.
- Bien, voy a subir a ver qué pasa.
- De acuerdo.
Efectivamente, el interruptor manual no daba señales de vida, así que hice lo que suelo hacer en esos casos con mi ordenador: apretar los cables. El testigo se encendió.
Pero lo que también se encendió fue el rostro del chico.
- Bueno, a lo mejor es que se afloja de vez en cuando - dije al marcharme -. Si vuelve a suceder, ya sabes, ajustas un poco...
- Sí, sí, sí, sí, ya.
A cualquiera le puede dar vergüenza molestar por algo tan tonto como esto. Pero que le pase encima delante de su chica, es algo que no tiene nombre.