Me cuenta Eva que a su niño le han operado la semana pasada.
- ¿Cómo? Pero si ayer cuando te llamé a casa me contestó él.
- Sí, ya está en casa, se ha recuperado bien, pero ha sido apendicitis.
- Pues menos mal que se lo vieron, porque cada vez que alguien va quejándose de la barriga enseguida saltan que si son gases y tal.
- Bueno, es que tuve que ir con él a urgencias 5 veces, porque sí, me decían que eran gases, pero el niño ni comía ni podía parar ni nada. Dolores continuos...
Me cuenta toda la odisea. Le exploraban y no veían nada, una y otra vez. Después de mucho insistir, la pediatra manda un análisis que tuvieron luego que reclamar, porque no había forma de que se lo hicieran. Por fin, en el análisis ven la infección y en la ecografía posterior una apendicitis a punto de reventar y convertirse en algo peor.
Ahora parece que el chico está bien, pero un poco más y no hay chico. Habría sido otra víctima de los recortes (ejem...)