Habría apostado mi brazo derecho a que palmábamos el partido. Todas las premisas llevaban a esa conclusión.
"Es que eres muy pesimista..." , me dicen.
¡Que no! Que llevo ya un tiempo descolgada del fútbol y sólo me cuelgo de la rama cuando algo va muy bien (Eurocopa de la selección) o muy mal (posible descenso del Pucela). Pero ese descolgamiento mío no ha hecho cambiar nada al Pucela desde mis tiernos catorce años, cuando me sabía la vida y milagros de cada uno de los jugadores. Ahora, el espíritu sigue siendo el mismo, y ahí reconozco a mi equipo: hasta que no tiene el agua al cuello, pero bien al cuello, no reacciona.
Ésa es una de las premisas de las que hablaba antes. Las otras dos son:
1ª El Sporting necesitaba ganar.
2ª Al Pucela le bastaba con empatar.
Conclusión: nos van a freír. Esa misma mañana se lo había comentado a unos clientes, que no habían venido a Valladolid a ver el partido precisamente. Sonreían cuando les dije que al Real Valladolid le habían llegado a llamar "el equipo aspirina", porque todos los demás venían a Zorrilla a remediar sus males.
Me siento como cuando alguien regresa a un lugar después de mucho tiempo y dice con añoranza "están las cosas como siempre, tal y como las dejé". Bueno, pues el Valladolid sigue tal y como le dejé, cojeando de mismo pie.
Éste es el Pucela. Pero es MI Pucela.