En la anterior entrada, dos comentaristas preguntaron el porqué de este nombre para el blog. Durante un tiempo hubo una explicación debajo del título, tal vez la recuerden los más viejos del lugar. La verdad es que tampoco me devané mucho la cabeza, con lo indecisa que soy para casi todo. Tal cual se me ocurrió, así lo puse.
Es una de esas frases que me gustan por la exactitud de lo que quieren expresar. Se ha solido hablar siempre de "Morir con las botas puestas", sobre todo recordando la peli de Errol Flynn en su papel de General Custer, haciendo referencia a cumplir con el propio deber hasta el final. Pero también es interesante destacar que cada uno muere como ha vivido. Con el tácito permiso de Don Enrique Monasterio, véase aquí un ejemplo.
Aquí todos tenemos un deber que cumplir, bien sea por justicia, por palabra dada, porque nos ha tocado o por cualquier motivo más noble y elevado. Y hay que sacarlo adelante cada día, contra viento y marea, que a veces será difícil.
Pues bien, hace ya unos cuantos años, con la desfachatez que da la juventud, yo decidí ponerme las botas. Desde entonces, ser agregada del Opus Dei no me ha llevado a hacer nada raro en la vida, sino todo lo contrario: se trataba de seguir haciendo lo de antes, pero con la convicción de que Dios estaba siempre detrás de todo; de ser cristianos a todas horas, a jornada completa.
Más o menos, en eso pensaba cuando puse el título al blog. De las entradas que se van publicando, se intuye aproximadamente la vida de quien las escribe: ilusiones, éxitos, errores... Nada fuera de lo común, pero siempre con las botas puestas.
Es una de esas frases que me gustan por la exactitud de lo que quieren expresar. Se ha solido hablar siempre de "Morir con las botas puestas", sobre todo recordando la peli de Errol Flynn en su papel de General Custer, haciendo referencia a cumplir con el propio deber hasta el final. Pero también es interesante destacar que cada uno muere como ha vivido. Con el tácito permiso de Don Enrique Monasterio, véase aquí un ejemplo.
Aquí todos tenemos un deber que cumplir, bien sea por justicia, por palabra dada, porque nos ha tocado o por cualquier motivo más noble y elevado. Y hay que sacarlo adelante cada día, contra viento y marea, que a veces será difícil.
Pues bien, hace ya unos cuantos años, con la desfachatez que da la juventud, yo decidí ponerme las botas. Desde entonces, ser agregada del Opus Dei no me ha llevado a hacer nada raro en la vida, sino todo lo contrario: se trataba de seguir haciendo lo de antes, pero con la convicción de que Dios estaba siempre detrás de todo; de ser cristianos a todas horas, a jornada completa.
Más o menos, en eso pensaba cuando puse el título al blog. De las entradas que se van publicando, se intuye aproximadamente la vida de quien las escribe: ilusiones, éxitos, errores... Nada fuera de lo común, pero siempre con las botas puestas.