Así que ahora vienes a pedir limosna al Real Valladolid. Porque no me digas que haces un favor. Vienes porque no tienes nada, Clemente. No te quieren en ningún sitio. Y claro, cuando hay sed no hay agua sucia. Es lo que deben de haber pensado también los directivos del Real Valladolid cuando te han contratado.
Sí, tenemos sed. Se admite lo que sea para intentar sanarla. Incluso a ti.
Pero no me gustas. Aunque consiguieras salvar al Pucela del descenso en un acto heróico de rapidez. ¿Crees que hemos olvidado quién eres? ¿Crees que olvidaremos fácilmente aquel día en que, siendo entrenador del Betis, hiciste aquel trapicheo en los despachos para robarnos un partido que os habíamos ganado en el campo de batalla? Aquel día caísteis demasiado bajo tú y tu equipo. ¿Harás lo mismo ahora? Si es ésa tu intención, te aviso que en Castilla tenemos vergüenza torera.
No me gustas nada. Ni siquiera he querido poner foto tuya en el blog. Cuando he recibido el periódico esta mañana y te he visto en portada, lo he condenado a permanecer boca abajo mientras yo esté presente.
Ya sé que todo esto te importa un pimiento, igual que te importa un pimiento el Real Valladolid, la afición y tantas otras cosas. Ya sé que has venido porque no tenías otra cosa entre manos, y no me extraña, la verdad.
Aunque nos salves del descenso, aunque la próxima temporada nos lleves a la UEFA, o a la Liga de Campeones o al lucero del alba, no me gustas, Clemente. Es mejor caer bajo en la clasificación que caer tan bajo, donde tú caíste.