Terrible, eso de que desaparezca un familiar. Nunca me ha pasado, y espero que no me suceda. Trato de ponerme en situación, y si hubiera transcurrido mucho tiempo y no apareciese, creo que descansaría si se le encontrara aunque fuese muerto. Al menos ya sabría dónde está. Pero la angustia de no saber qué le sucede, cómo lo estará pasando, cómo se las estará viendo, sólo es comparable en lo físico a tener la tráquea obstruida y no poder respirar.
En lo que respecta a la niña desaparecida en Huelva, el público ya baraja conjeturas sobre la suerte que puede haber corrido. A ello se entregaban hoy varias clientas junto con la panadera:
- Hija, pobrecita. ¿Y qué pueden haber hecho con ella?
- Anda, pues ya sabes, lo de siempre. Tráfico de órganos.
- ¡Pues, hijo, que está bonito! ¡Matar un niño para sanar a otro!
Cierto. Qué absurdo, ¿verdad? Matar a un niño para sanar a la madre...
¿O cómo fue lo que dijo la señora?