"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

miércoles, 4 de marzo de 2009

En el "hospi" (II)


Aquellas dos pacientes no pararon desde que llegaron. Qué capacidad tienen algunos de darle a la húmeda sin parar.

- Estos tratamientos son carísimos.
- Sí, me hablaron de unos mil euros.
- Anda, que si lo tuviéramos que pagar...
- Sí, pues si no fuera por esto no sé dónde estábamos ya. Yo he pasado temporadas, antes de que me lo pusieran, que no me podía ni mover.

Mientras, al otro lado del medio muro (el que separa la sala, como ya dije) yo percibía una presencia "extraña", pero no alcanzaba a ver de quién se trataba. Mis dos compañeras seguían pegando la hebra. De pronto:

- ¡Ana, ¿qué has hecho?! - la enfermera se dirigía a alguien del otro lado.
- Mmmm....!
- ¡Ay, esta chica! Se ha quitado el catéter. - dijo en tono paciente.- Te voy a tener que pinchar otra vez.

Y entendí. Se trataba de una joven de gran deficiencia mental, a la que llevan de vez en cuando a ponerse uno de esos "carísimos tratamientos". Incapaz de moverse, es trasladada en silla de ruedas. Tampoco habla, tan sólo emite unos sonidos que le sirven de comunicación. ¿Para qué le servirá el tratamiento? Al fin y al cabo, no va a poder hacer nada útil en la vida. Qué lástima malgastar en ella los fondos de la Seguridad Social, que....

- Pero hay que hacerlo.

Mi ángel custodio estaba al quite. Lo había oído todo. Yo acababa de juzgar a alguien por su utilidad, no por lo que es.

- No sé cómo he podido pensar eso. Estoy verdaderamente extrañada. Conozco el valor de la persona humana, y sin embargo, por un momento...
- ¿A que es fácil pensar así? Tiran todavía los efectos de lo de la "manzanita", ¿eh?

Fue un momento de debilidad, sin duda. De pensamiento mediocre, a ras de tierra. ¡Pero qué burrada!

- No debe extrañarte -continuó-. Os están bombardeando continuamente, por todas partes, con las mismas mentiras. ¿Crees que a ti te es fácil entenderlo porque sí? Aquel día, el de tu bautizo, se te abrió el entendimiento, pero eso no te hizo impecable. Una persona sin fe puede ser honrado, incluso muy virtuoso. Pero cuando llega la prueba de fuego, la de dar un sentido al dolor, ahí desbarra. ¡No puede entenderlo! Como mucho, podrá soportarlo, pero no llegará al fondo. Y si el tiempo se alarga y llega a la desesperación, empezará a pensar en la primera vía de escape que le presente el Enemigo. Es comprensible, porque le falta la luz de la fe. Y ésta hay que alimentarla cada día. Que no se te olvide.

Mientras tanto, allí seguía Ana, protestando a su manera por aquel pinchazo extra. ¡Malvada enfermera, que la hacía sufrir!