"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

martes, 14 de abril de 2009

Mala cara en el trabajo


Varias personas esperábamos pacientemente para poder subir por uno de los insufribles ascensores del hospital. Cuando por fin uno abrió las puertas, un celador que transportaba a un paciente en silla, salió del ascensor de espaldas para dejar salir a otros usuarios que se encontraban más atascados. Al intentar echar una ojeada dentro para ver si había hueco y poder entrar, el individuo en cuestión me cerró herméticamente el paso.

- Espere.

Salieron dos personas. Como no había conseguido ver el interior, intenté asomarme de nuevo, pero sin mover siquiera los pies de su sitio. De nuevo el brazo por delante.

- ¡Espere!

El tono era bastante áspero y desagradable. Como me tocó las narices (todo hay que decirlo), respondí irónicamente.

- Bueeeno.

- ¡Ni bueno ni malo!

- ¡Vaya carácter que tienes, macho! Ojalá no me toque nunca contigo.

Sin responder, avanzó de nuevo y desapareció tras las puertas del ascensor, que no quise compartir ya con él. Por si acaso, que todo se pega, hasta la amargura y el mal humor. Y eran las diez de la mañana. No quiero ni pensarlo si me hubiera cruzado con él al final de la jornada.

Me acordé de una teoría que tenía mi padre: las enfermeras, cuanto más feas son, peor leche tienen. Éste era celador, pero no era muy agraciado, el pobre. Tendré que investigar esa teoría con detenimiento.

Tampoco pude evitar recordar aquello que cuentan del poeta norteamericano James Whitcomb Riley. Dicen que cierto día, viajando en tren, escuchó asperas reconvenciones del revisor por haber infringido leve e inocentemente alguna regla de la compañía.

- ¿No va usted a contestarle como se merece?- le preguntó un amigo de genio vivo. -Cuando menos, dará usted parte a la compañía, ¿verdad?

- No- contestó Riley- por mi parte, considero terminado el incidente. Si ese individuo desagradable puede aguantarse a sí mismo toda la vida, bien puedo tolerarlo yo por unos minutos.