"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

miércoles, 21 de julio de 2010

Tú lo quisiste


Bueno, no sé con certeza si él lo quiso, pero es que el dicho es así: "Tú lo quisiste, fraile mostén; tú lo quisiste, tú te lo ten". El caso es que el señor en cuestión llegó al hotel muy contrariado por la anulación de su vuelo. No tenía previsto hacer noche, pero las circunstancias le han obligado.

- ¡Todo por culpa de la huelga de estos ***! Si les quitaran el puesto y se lo dieran a otro ya veríamos. Y luego, que vengan los sindicatos a reclamar y que hicieran con ellos lo mismo.

No le contradije porque el hombre estaba muy caliente y agotado, eran cerca de las 11 de la noche y lo que necesitaba ya era marcharse a su habitación, darse una duchita y meterse ricamente a la cama. Pero tampoco le seguí la corriente, y no porque estuviera de acuerdo con los de la huelga, porque no tengo toda la información en la mano para emitir un veredicto a ese respecto, sino porque la huelga es un derecho por el que muchos se desgañitaron hace años hasta perder el sentido. Y este hombre, por los años que tenía, pudo bien haber sido uno de ellos. La huelga, por tanto, es algo querido y deseado (como los hijos "en botella") y si ahora molesta, uno se rasca y en paz.

domingo, 18 de julio de 2010

Un regalo


Los protagonistas de esta entrada no se enterarán jamás que he hablado de ellos. Se trata de un matrimonio maduro que vive cerca de mi casa, clientes de la misma panadería que nosotros; de esos que, cuando el sacerdote dijo en la ceremonia "en la salud y en la enfermedad", se lo tomaron en serio.
Hace un par de años, el marido sufrió un ictus o algo parecido. La consecuencia ha sido lo que podríamos llamar una minusvalía mental, que le hace comportarse con la inocencia de un niño de cinco años. Miguel, el panadero, soporta con paciencia profesional la conversación del hombre. Concha, su mujer, pasa junto a él la mayor parte del tiempo, ya que no puede quedarse solo.
- Concha, Concha, vamos a casa. Concha, vamos a casa. Vamos, Concha, a casa. Venga. A casa. Concha, a casa.
- ¡Ya voy, hijo! ¿No ves que tenemos que terminar de hacer la compra? Anda, calla un poquito.
- Sí, ya me callo, me callo, sí, me callo. Concha, vamos a casa...
Etc. Otro día:
- ¡Panadero! ¡Está ahí la policía! Panadero, la policía, ¿has visto? ¡Está ahí la policía!
- Bueeeno, tranquilo, que no pasa nada. Déjales que hagan su trabajo, que no va con nosotros.
- La policía, la policía...
Y Concha explica:
- Es que cuando se puso malo y le llevaba la ambulancia al hospital, iba la policía delante abriendo paso. Desde entonces, se pone muy nervioso cuando oye bocinas o ve a la policía.
- Concha, vamos a casa...
- Ay, hijos, no sabéis lo que es esto... - susurró Concha en voz baja a los presentes.

El pasado 14 de febrero, Miguel le preguntó en broma:
- ¿Y tú qué? ¿Tienes novia?
- No. Yo tengo a Concha, mi mujer.
- ¿Y ya sabes qué le vas a regalar?
- Sí. ¡Una flor! Porque es mi mujer y la quiero mucho. Y estamos casados por la Iglesia. ¡Y yo a Concha la quiero mucho!

Y Concha, a su lado como siempre, sonreía más ruborizada que un tomate.

miércoles, 14 de julio de 2010

Hablar con propiedad


Para algunos, (no tantos, no nos engañemos) la boda se llama "comprarse un piso".

- Está decidido: fuimos a ver un piso, nos lo hemos pensado y vamos a comprarlo.

La compra del nidito se convierte así en el compromiso formal de amor. Es la decisión final del noviazgo. Algo que rubrica la gran decisión, como si con eso no hubiera vuelta atrás. Dicen que van en serio, que es para siempre y todo eso. Y puede que lo digan en serio, porque hacerse del todo con un piso es cosa de años.

Pero ahora viene, entre otras cosas, la dificultad para referirse al otro cuando hablas con alguien.

- Porque Pablo...

- ¿Quién es Pablo?

- Mi novio.

No. Pongamos las cosas claras. Según el diccionario de la RAE, un novio es un tipo con el que salgo (más o menos). En cuanto me voy a vivir con él, deja de ser mi novio. Si ha habido boda, será mi marido. Y si no la ha habido, será mi concubino*. Pero ha dejado de ser novio. Lo digo porque no deja de ser curioso lo poco que se usa esta palabra, "concubinato", sobre todo por los que lo practican. Cuando encuentro esa resistencia en alguien, me hace pensar que, en el fondo, no se ha librado del todo de su conciencia.

Lo divertido será cuando cumplan 70 años y sigan hablando de novio y novia. Una lástima que no lo vayamos a ver. Sobre todo porque para soportar 50 años las manías, el mal humor, la sordera, el pis que se va (con perdón, pero a determinadas edades ya se sabe), las gracias sin gracia, las ausencias sin explicación, el desorden del armario, las dificultades económicas, la enfermedad, la disparidad de opinión, etc, de alguien, ese alguien es marido o esposa. En la próxima entrada, un ejemplo vivo sobre esto último.

* Este término hasta ahora existía sólo en femenino, pero está prevista su aparición en la próxima edición del Diccionario.

martes, 13 de julio de 2010

Ahí os querré yo ver

"El patriotismo no es un breve y frenético estallido de emoción, sino la imperturbable y constante dedicación de toda una vida".
Adlai Stevenson.


viernes, 9 de julio de 2010

El chantaje

Momento en que Paul decide dar cuenta del mejillón español

Según fuentes estrictamente confidenciales, Paul se ha visto seriamente presionado en estos últimos días a dar un veredicto favorable al equipo español. Ya se hablaba en medios informativos alemanes sobre la mejor manera de cocinar a Paul, ya que se ha pasado al enemigo tras vaticinar la derrota de su país. Ahora conviene estar a bien con los españoles, ávidos devoradores de pulpo en sus distintas especialidades. Así, si la selección no consigue la victoria pese a las profecías de Paul, éste quedará en la memoria como un simpático cefalópodo. Y si nos llevamos la Copa, todavía más. Pero que por el pulpo no quede.