"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)
jueves, 7 de julio de 2011
Mi señora
Era un hombre sencillo, de unos setenta años y de aspecto amable. Llegó para unos días, pero no sabía cuántos. Su mujer estaba ingresada en el hospital y la vuelta a casa dependía del criterio de los médicos, lógicamente.
- ¿Algo grave?
- Oh, no, en principio no parece que sea nada malo, pero ya sabe, siempre hay que mirarlo bien. Y hasta que a mi señora no le den el alta no le puedo decir cuándo me marcharé. A lo mejor viene ella también a descansar la última noche, pero ya se lo confirmaré.
"Mi señora", dijo. Hacía mucho que no lo oía y me sonó a gloria, pero sobre todo a respeto. El lenguaje dice mucho de las personas. En los días que siguieron comprobé en él esa mezcla de educación y sencillez que hace de una persona alguien agradable, con quien dé gusto encontrarse. Salía hacia el hospital a primerísima hora de la mañana y regresaba a la tarde-noche, hacia las diez y media.
En efecto, "su señora" llegó a los pocos días. Eran tal para cual:
- ¿Cómo ha ido todo?
- Bien, ha ido bien. Ya tengo ganas de irme a casa. Pero tengo que volver dentro de unos meses.
- Ya llamaremos. -dijo el marido, agarrando todas las bolsas para dejarla libre a ella.
- No cojas todas las bolsas, Benito, que no puedes. Espera...
- Veeenga, que ya está. Anda, vámonos. Adiós, señorita.
Estuve a punto de felicitarles, pero no habría venido a cuento.
Comprendedlo, está una tan harta de ver por todas partes parejitas sin fundamento y matrimonios de cinco años ya fríos, agotados y amargados, que ver un matrimonio de medio siglo y tan fresco, aunque sea lo normal, supone todo un remanso de paz.