El sábado mi amiga Raquel me contó una de esas cosas que porque te las cuenta el que lo ha vivido, que si no, lo mandas a freír churros y le dices que si te toma por tonta.
Resulta que estaba en su despacho y llega una cliente habitual. Le dice que revise las escrituras de su casa, porque cree que no están bien. Tras un examen exhaustivo...
- ¿Qué les pasa? Yo creo que están bien.
- Sí, pero en ellas no figura la fecha del fin del mundo.
- ¿Cómo dice?
- Pues eso, que a mí me han dicho que en las escrituras viene la fecha del fin del mundo, y aquí no la veo. Tienen que estar mal.
La cosa tiene su historia, que no voy a contar aquí, pero tras una breve conversación, Raquel averiguó lo que sucedía:
- Andrea, tengo dos noticias para usted. La primera es que las escrituras a las que se refería el que se lo ha dicho no son las de su casa, sino las "Sagradas Escrituras". La segunda es que no sé cómo se lo habrán explicado, pero ni siquiera en ellas viene la fecha del fin del mundo. Se habla de ello, se dice cómo será, pero de la fecha, nada de nada.
- ¿De verdad?
- Como lo oye.
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- ¿Y cuánto le cobraste por la consulta?
- ¡¿Cómo la voy a cobrar por semejante asunto?!
- Ah, yo qué sé...