"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

domingo, 18 de noviembre de 2007

50 añazos


-¡Te he dicho que no!
- ¡BUAAAAAA!!
(pataleo)
- Sí, sí, tú sigue. Ya verás cuando lleguemos donde la abuela. ¡Que te agaaarres! ¿No ves que el autobús va a frenar y te vas a reventar contra el suelo?
- Dame elfmnfurhepofmrerñld .....
- ¿Qué dices, hijo? Te pones de un pesado...
-
(Más pataleo) ¡Mmmmmnnngggg...!
- ¡Que no!
- ¡BUAAAAAA!!!
(Puñetazos)
- ¡Ay hijo, bueno, toma, no me amargues más!

Supongo que éste no era el primer triunfo de aquel pequeño energúmeno. Sabe de sobra el volumen que hay que echar a cada alarido, el tiempo de aguante de mamá, los gestos que deben acompañar a las voces, en fin, todo lo necesario para conseguir aquello que se le niega en un primer momento. Puede pasar más o menos tiempo, habrá que poner más o menos esfuerzo, pero mamá tiene un límite. Al final lo conseguirá, y lo sabe. Pasarán unos pocos años y no es difícil imaginarle adolescente en el instituto soltando frescas a los profesores, con mirada perdonavidas, esperando todo del prójimo sin sentir la obligación recíproca. Ignora el significado y la existencia de palabras y expresiones como "gracias", "por favor", "perdón", "no te preocupes". Carece de percepción para las necesidades ajenas. Capacidad de donación nula. Su mundo será SU fin de semana, SUS colegas, SU chica, SU play, y todo lo que le produzca provecho y satisfacción inmediata. Desconoce la ecuación "Esfuerzo = Resultado". En primer lugar, por desconocer el significado de ambos términos. Al oír la palabra “responsabilidad” la boca se le queda entreabierta y la mirada perdida.

A los veinticasitodos los años decide casarse, dando por supuesto que aquello va a funcionar de la misma manera. ¿Por qué no? Pero al pasar los meses descubre que las reglas del juego eran otras. Se encuentra conviviendo con alguien también acostumbrada a conseguirlo siempre todo. Sus expectativas no se cumplen, la felicidad propia no llega (la del otro, ¿qué más da?), ceder la opinión es algo impensable. Las cuentas pendientes de uno con otro se acumulan, el silencio y las miradas furtivas revelan rencores escondidos.

El viernes pasado, Pensar por Libre hacía eco de una triste estadística: el aumento de divorcios entre recién casados. Una lástima, se mire por donde se mire. Y, ¿qué se puede añadir a la entrada anterior de ese mismo blog? Las leyes lo han propiciado, sí. Pero al ver a este pequeñajo del autobús creo que el problema viene de más atrás. La responsabilidad individual tiene mucho que ver. La educación actual no está formando individuos capaces de vivir en matrimonio indisoluble.

Hoy, en mi parroquia, un matrimonio ha celebrado sus bodas de oro. La verdad es que daba gusto verlos. El sacerdote les dirigió unas emocionantes palabras, incluyendo una verdad como un templo: los matrimonios que duran toda la vida no son aquellos que no han pasado por ninguna dificultad, ninguna discusión, etc, porque ésos no existen. Un matrimonio duradero está lleno de disculpas, gratitud, vueltas al principio, apoyo mutuo, y de un gran empeño por ver feliz al otro. Y éstos sí que existen.

A ver si Néstor nos cuenta también algún día alguno de sus ejemplos.