Hace unos años:
Por fin encontramos el castillo ése que nos habían dicho que no nos fuéramos sin ver. Lo contemplamos unos instantes desde la verja de fuera y por fin rompí el silencio:
- Bueno, pues vamos a entrar, ¿no?
- No se puede.
La respuesta de Belén me sorprendió. Observé el muro una vez más.
- ¿Dónde dice que no se puede? Yo no veo ningún cartel ni nada.
- No, claro. Pero hay una puerta cerrada a más no poder con un cerrojo de los del siglo XIV, de unos veinte kilos y un candado a juego colgando de la cerradura.
- ¿Y...?
Ahora, cuatro pares de ojos me miraban sin pestañear. Insistí:
- Pero es que no pone nada. Podemos saltar y...
No, no llegamos a entrar. Nunca lo entendí. No ponía nada.
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Ayer:
- Queremos ver esta peli con cañón. Podemos enfocar a esa pared. Supongo que no habrá problema. ¿Me ayudas?
- Sí, cómo no.
Muy dispuesta yo, a echar un cable (nunca mejor dicho), agarramos el cañón, altavoces... Pero para hacer la conexión había que hacer una labor de espeleología por detrás y dentro del mueble cerrado que contenía reproductor de vídeo, DVD, pantalla de TV, marañas de cables coaxiales, euroconectores, polvo, libros de instrucciones y restos fósiles del siglo V A.C.
Después de varias conexiones, apareció la imagen.
- Parece que no hay sonido.
- Me da que no. ¿Y si los conectamos a los bafles de la sala?
Como suele suceder en estas ocasiones, a estas alturas ya no éramos sólo dos. Cuatro o cinco más se habían unido con la sana intención de ayudar en lo que pudieran.
- Creo que hay que conectar desde la tele.
- No, el sonido sale del DVD.
- ¡Hala, que no! Sale por la tele y entonces...
- Nooo, a ver, trae, este cable, ¿de dónde viene? Ah, espera. Está conectado a la tele, o sea, por detrás. Ya lo tenemos.
- Sí, hay que sacar la tele, o volverla.
¿Sacar la tele? ¿Con sus 300 y pico kilos? Para mí estaba clarísimo que se acababa la idea del cañón. Veríamos la peli al sistema tradicional. Mientras lo pensaba, la tele había sido girada, desconectada su salida de sonido, vuelta a conectar en el lugar correspondiente y preparada la imagen. Todo funcionó correctamente.
Qué tiempos aquellos, en los que un miserable cerrojo no era obstáculo. Tendré que revisar mis actitudes, como dicen los psicopijos.