Salvaje. Ésa es la palabra. No le conozco personalmente, pero en una conocida página web hay un vídeo suyo de la catástrofe de Barajas. El vídeo es de lo más casero, y está tomado desde la ventana de su empresa, apenas unos minutos después de estrellarse el avión. El tipo habla al mismo tiempo con una tal Susana, a la que está intentando convencer de que la columna de humo que están viendo es de un accidente, que no es cualquier cosa. Y para ilustrar el asunto, suelta una blasfemia como la copa un pino.
¿Hacía falta? ¿No es el idioma castellano suficientemente expresivo sin necesidad de recurrir a bajezas como ésa? ¿Qué tal si empiezo a acordarme yo de la madre que lo alumbró a él, así, digo, para equilibrar la cuestión? Muy mal, ¿no? ¿Qué culpa tendrá la pobre señora de los rebuznos de su hijo?
Pues eso.