Ciertamente, al llegar a la adolescencia, uno se revuelve, se abobalicona, se hace un lío, se pseudoenamora, cambia de opinión cada tres segundos, etc, etc. Como dice alguien que conozco, los chicos se vuelven feos y las chicas, tontas. Todos hemos pasado por algo así, y si no, que pregunten a nuestros padres o profesores. Sobre todo a los padres, porque al fin y al cabo los profesores cobran y descansan dos meses (je).
¿Os imagináis por un momento que los hijos nacieran ya adolescentes? Los padres echarían de menos un tiempo previo para ir preparando esa edad, consciente de que de esa preparación, de esa educación, dependería en gran parte tan conflictiva etapa. En la mayoría de los casos, diez o quince años bastarían para iniciar en la práctica de unas virtudes (o valores, como se dice ahora) que le sirvan al interesado para desarrollar su personalidad.
Adolescentes engreídos, violentos y, lo que no es mejor, vacíos por dentro, no crecen de la noche a la mañana. ¿Qué ha sucedido en esos trece años previos? Me temo que en muchas ocasiones, nada. Me da que son el fruto de unos padres que tuvieron hijos "porque les apetecía", como a quien le apetece tener un canario, pero que esté sano, ¿eh?, si no, no lo quiero, pobre, que para vivir así... Sobre todo, "para vivir YO así"... Tener un canario no está mal. Uno lo cuida, lo limpia, escucha su cantar, y la situación se controla. Pero un ser libre, único, con necesidad de un padre y una madre no sólo para existir, también para desarrollarse, que pregunta, que llora, que se entera de todo, eso no es una mascota.
Los padres de Marc no han tenido un canario. Véase, véase la enorme diferencia.