"En las aguas abisales de internet abunda el espécimen del calumniador profesional e insistente, casi siempre amparado por el anonimato, casi siempre resentido de su propia insignificancia, que al cobijo de foros, blogs y demás cónclaves virtuales va dejando su cagadita aquí y allá, propagando chismes sobre tal o cual persona (todo calumniador anónimo tiene su bestia negra, generalmente alguien que ha logrado en su oficio una relevancia que el calumniador virtual jamás alcanzará), inventando episodios apócrifos que enturbien su fama, atribuyéndole vicios o rarezas que el calumniado jamás soñó con incorporar a su repertorio, insultándolo en fin con encono y desesperación, como sólo insultan quienes chapotean en los lodazales de la mediocridad, quienes saben que nunca dejarán de chapotear en ellos y, sin embargo, necesitan, para sentirse vivos, salpicar con su barro hediondo a quienes respiran otro aire más noble." (Juan Manuel de Prada)
Me he acordado de todo esto al leer un comentario anónimo en cierto blog que visito bastante.