"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

viernes, 25 de julio de 2008

Un voluntario


A partir de cierta experiencia curiosa que nos cuenta, Jesús Sanz Rioja saca la conclusión de que hay que rezar más por los curas que tenemos y que, además, quedan pocos.

Cierto. Es una triste evidencia indiscutible que, de los poquísimos jóvenes que entran a los seminarios, sólo una pequeña cantidad salen con cuentagotas de precisión para ordenarse.

Los motivos, por supuesto, son mucho más profundos que el que esgrimía aquella paisana al salir de la parroquia de mi barrio:

- Es como dice mi marido: si les dejaran casarse...

Claro, claro. ¿Cómo no se nos había ocurrido? La próxima vez preguntaremos a su marido. Pero, ¿dónde encontrarle? Porque nunca lo veo por aquí. Ah, que no entra nunca en la iglesia. Ya. Pero sabe mucho de esto, por lo que veo.

Yo creo que para ser sacerdote, hay que tener, entre otras cosas, una buena dosis de convicción. No vale estar "a medias". Es algo parecido (no igual, por supuesto) a hacer una dieta a medias. Uno está contrariado, y en ocasiones angustiado, porque no come todo lo que quisiera. Pasa hambre, o "necesidad", como dice mi madre, envidia de lo que comen los demás, y encima, como no lo está haciendo bien, no baja peso, o sea, no hay gratificación al esfuerzo realizado, poco o mucho. Al sacerdote las pequeñas gratificaciones a su servicio generoso (ya vendrá la grande) le llegan en forma de experiencias como las que nos cuenta Don Enrique en sus entradas con la etiqueta "Es grande ser cura".

Si no hay convicción plena, los desprecios, las calumnias y las críticas pueden con cualquiera. Porque a veces, las críticas no son tan insulsas como las que suelo oír del sacerdote del hospital en cuanto se da la vuelta.

- Ha engordado este hombre, ¿no?
- Los curas, que se pegan una vida....

El malintencionado era el segundo. La primera señora lo dijo sin ánimo de ofender, dada su respuesta:

- Ya. Pero, si se dan tan buena vida, ¿por qué no se anima más gente a serlo, no cree?

Bravo, señora. Muy buena observación.

Que sí, que sí. Que voluntarios hay pocos. Eso sí, algunos desde pequeños, se ponen tan a tiro...

- ¿Qué haces? - le preguntó el profe a aquel pequeñajo al que encontró solo en el oratorio del cole.
- Estoy rezando.
- Ah. Y, ¿qué le pides a Jesús?
- No, nada. No le estaba pidiendo nada. Yo le miro y le pregunto si puedo ayudarle en algo.