El célebre autor de cómic Manuel Vázquez (Anacleto Agente Secreto, Las Hermanas Gilda, La Familia Churumbel y tantos otros) explicaba una vez en una historieta cómo largarse de un hotel, "no ya sin pagar, ¡qué vulgaridad!, sino cobrando encima". Obviamente, al final de dicho relato, el personaje de Vázquez se despedía del lector desde la celda de una cárcel, donde decía que debía perfeccionar algunos detalles en sus métodos que, al parecer, no eran aún del todo seguros.
Hay muchos tipos de morosos. Casi todos se ajustan a un mismo patrón, pero cada uno le pone su toque personal. A unos, los más, se les ve venir de lejos. Otros, más discretos, dan el pego durante un par de días e incluso una semana. Los hay particulares o empresas, caraduras o que dan tanta pena que incluso se les perdona la deuda (ya veremos por qué), etc. Visto así, perece que todos los días en los hoteles estén desapareciendo clientes sin despedirse. Nada más lejos de la realidad. Me tiene obnubilada lo fácil que es largarse sin pagar de un hotel y los pocos morosos que hay en lista.
De cualquier modo, el ingenio que le echan algunos al asunto no deja de tener su gracia. Por eso traeré aquí en sucesivas entradas las historias más significativas, aquellas que de alguna forma, han dejado un recuerdo. Lo merecen.