"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

domingo, 14 de octubre de 2007

Adultos como niños (o peor)

Pues lo prometido es deuda y, aunque con un día de retraso sobre lo previsto, voy a contar la alucinógena historia de unas muñecas cuya suerte hubieran deseado tantos seres humanos.

No recuerdo de quién fue la idea, ni la firma que llevaban. El caso es que "alguien" en "algún lugar" fabricó hace unos años unas muñecas, del tamaño de un bebé, que en sí mismas no tenían nada de especial. Sólo que en vez de ser destinadas al público infantil, iban dirigidas al adulto; en lugar de comprarse, se adoptaban. ¡Sí, sí, se adoptaban! Tras pagar por ello los dos ojos de la cara, se formalizaban unos papeles en regla, por los cuales, los "padres" (individuos hechos y derechos), se comprometían seriamente bajo gran responsabilidad, a cuidar de su bebé de plástico como si fuera su propio hijo. Para ello, invertían en su mantenimiento lo que fuese necesario: ropita, alimento (que entraba por un conducto y salía reglamentariamente por otro), cuna, etc. Además, si el bebé tenía la desgracia de dañarse accidentalmente (roturas, arañazos), existía un "hospital" especializado para el tratamiento de sus magulladuras que, lógicamente, se encargaba de cobrar por el trabajo realizado.

Esta historia la oí contar hace un tiempo en un curso de ventas. Ante ello, hubo varias reacciones. A mis oídos llegó la conversación de mis dos compañeros contiguos:

- ¿Pero cómo se puede ser tan imbécil?
- Bueno, hijo, cada cual tiene sus manías, sus aficiones...
- ¡No, (aquí va un taco), lo que no entiendo es que haya tantos niños de verdad esperando unos padres y que estos (otro taco) inviertan la pasta y el tiempo adoptando y cuidando muñequitos! ¡Pero claaaro, así es más fácil! Uno de plástico no llora por las noches, no se pone borde comiendo, no te da problemas en el cole...

No sonríe, no te da un beso, no lo ves crecer...