Los ascensores del clínico siempre han sido muy criticados: que si son lentos, que si son insuficientes, que si se averían... Pero hoy he descubierto que, además, son inoportunos.
Iba yo a hacer una visita, cuando me encuentro esperando a un ascensor al padre de una amiga, que venía de una consulta.
- ¡Hola, cuánto tiempo!
- ¡Pues sí!
(Chuic, chuic)
- ¿Qué tal vas?
Yo preguntaba por su pierna, pero él pensó que preguntaba por su recién estrenada viudedad, y por ahí continuamos la conversación.
- Bueno, ya sabes, poco a poco. Es que son muchos años...
- Sí, y muy juntos, ¿verdad?
- Sí, claro, ya nos conoces, íbamos siempre juntos a todas partes... ¡Como debe ser! Porque...
El hombre iba a continuar. Se le notó en el gesto, porque es de esos que cuando hablan pontifican; pero llegó el ascensor.
- Bueno, yo...
- Sí, sí, claro, ya nos veremos -cualquiera deja pasar un ascensor del clínico. Te arriesgas a esperar hasta pasado mañana.
Maldición. Justo en el momento más inoportuno. Sí, porque este hombre tiene una fe de "cero coma". Jamás da argumentos "estudiados". Comunista. Cultura, la justa. Lo único que cabía esperar en él en este caso eran argumentos de sentido común y yo quería oírlos.
En fin, se ve que no era el momento. Como se suele decir, "pa otra vez".