"CUANDO LA VERDAD ESTÁ TODAVÍA CALZÁNDOSE LAS BOTAS, LA MENTIRA YA HA DADO LA VUELTA AL MUNDO" (Mark Twain)

sábado, 7 de julio de 2007

Maestros indeliberados (2ª parte)

La observación de mi amiga me trajo a la memoria las palabras que había escuchado años atrás a una formadora de voluntarios.

Eran los días en los que el suicidio de Ramón Sampedro, tetrapléjico y algo más, acaparaba los informativos. Durante aquella charla - coloquio para voluntarios, surgió el tema de las causas que llevan a algunos enfermos a la desesperación. La formadora dijo entonces algo que después he visto confirmado en otros casos:

- Este hombre (R. Sampedro) carecía de tres cosas fundamentales. El haber tenido al menos una de ellas le habría ayudado, o incluso salvado. Primero, no tenía salud. Cuando uno tiene salud y se encuentra bien física y mentalmente, es extraño plantearse acabar con todo. Segundo, no tenía fe. El que tiene una fe, tiene una esperanza y eso le mantiene. Y tercero, pero no menos importante, no tenía a su lado ABSOLUTAMENTE nadie que quisiera que viviera. Los que tenía junto a él se limitaron a ayudarle a morir.

Lo que por entonces ella no sabía es que pocos años más tarde iba a tener la ocasión de predicar con el ejemplo. Una enfermedad fue dejando su cuerpo a la mínima expresión, con todo el suplicio que ello le acarreaba, sin plantearse ni por un momento adelantar el final.

De esas tres cosas fundamentales, ella contaba con dos: una familia por la que merecía la pena continuar luchando y una fe que le daba el convencimiento de que su vida valía lo inimaginable y era, por tanto, intocable.