Ante la gran avalancha de testimonios y experiencias suscitadas por la anterior entrada, me veo obligada a cambiar de conversación.
María está a punto de largarse a Burundi, o ya se habrá ido a estas horas, en labores humanitarias. Ha echado los cerrojos a su blog por una temporadilla, sugiriendo que no se olvida de ninguno de los que la visitan habitualmente.
Es posible que, entre sus compañeros de trabajo, haya habido reacciones parecidas a las de los compañeros de mi amiga Marta. Se fue a un país hispanoamericano a echar un cable en un hospital, en plan voluntario. Sus compas fliparon ante la idea de que dedicase sus merecidas y únicas vacaciones a semejante proyecto.
- Yo soy un poco más egoísta.- dijo uno, acongojado.
- Bueno, hombre. No es obligatorio. También hay que cuidar el "carro", que es el que tiene que tirar p'alante.
Ambos tenían razón. Lo que le hizo gracia a mi amiga fue la necesidad de disculparse que tenía su compañero.