Cada vez que pico un enlace me echo a temblar. La emoción es incontenible. Llevo media hora de reloj en Internet y en ese espacio de tiempo me habrá salido esta página unas veinte veces. No está mal el ránking, teniendo en cuenta que para pasar de una página a otra tarda alrededor de un minuto, lo cual hace que el tiempo aprovechado en Internet se reduzca a la mínima expresión. Cuando esto sucede, caben muchas reacciones posibles. Veamos algunas:
1ª Emprenderla con el monitor, rompiéndolo de un puñetazo (o dos, o tres), como quien parte la cara de alguien que claramente se está burlando de uno. Esta reacción me es imposible, primero porque el ordenador no es mío, segundo porque el monitor en sí es la pera limonera y es una verdadera lástima reducirlo a cristalitos, y tercero porque en el monitor no es donde está el problema. Por tanto, cargármelo no es la solución y añadiría un nuevo problema, en este caso para mi bolsillo. Descartado.
2ª Salir a la calle a dar dos gritos, decir unos cuantos tacos, dar una patada a la piedra que se me ponga por delante y regresar un poco más relajada. Esto acarrea la consecuencia de que me tomen por histérica, que la gente que me vea tenga algo que contar en su casa a la hora de la cena, y encima al regresar me encontraré el mismo problema, que no ha quedado solucionado, porque al ordenador no habré conseguido intimidarlo. También descartado.
3ª Intentar el recurso de desconectar el router por unos minutos y que se descargue, eliminar archivos temporales que puedan estar obstaculizando, cookies y demás. Sería ya la décima vez que lo hago, no serviría de nada. Otro descarte.
4ª Llamar al servicio de atención al cliente de telefónica para ver qué pasa con la conexión, oiga, que para eso pagamos y tal. Sólo de pensarlo me entran escalofríos. Fuera.
5ª Si no es muy urgente, dejar para otro siglo lo que estaba haciendo, ponerme a hacer otra cosa y volver a conectar mañana, a ver si la señora conexión quiere funcionar mejor. ¡Ah!, y alegrarme por haberme dado material para mi blog.
PD: Se admiten ideas y colaboraciones para un caso como éste, tristemente habitual.